Apenas a un kilómetro a las afueras de Mairena del Alcor se encuentra la «Huerta La Cansina»,
una finca de cuatro hectáreas y media que, tras una primera impresión
de alojamiento rural, esconde una rica confluencia de artesanía, paz y
creatividad, en un proyecto participativo por promover la cultura.
Ofrece refugio al ritmo de la vida cotidiana y funciona como dinamizador
social de la comarca acogiendo y programando todo tipo de encuentros,
así como una variada oferta de talleres y cursos.
Ese clima alternativo y la belleza de su entorno dicen que encandiló a Pedro Almodóvar, quien nada más cruzar el umbral de su caserón andaluz aseguró «haberse enamorado».
La antigua «Finca de don Carlos Flores», como también se conocía popularmente, fue domicilio temporal de personalidades como Jesús Quintero, Lole y Manuel, los músicos Dogo y Gualberto, y pintores como Santiago del Campo y Claudio Díaz, que vivieron allí una época durante la década de los ochenta. Actores como Antonio de la Torre o Pablo Carbonell han pernoctado ya en la actualidad en más de una ocasión.
A finales de los noventa la propiedad estaba casi abandonada, cuando Eduardo Benítez Flores (Mairena
del Alcor, 1972), nieto del dueño fundador de la finca, vino a pasar
unos días para preparar sus exámenes. Yo entonces vivía en Sevilla,
explica Eduardo, «y me escapé aquí para poder estudiar con tranquilidad». Entonces
surgió la idea germinal de un proyecto que comenzó en el año 2000 y que
su promotor asumió «como el viaje más grande de todos los que había
hecho, convertir la finca en un espacio sostenible, abierto y
participativo que ofrezca alguna alternativa a este consumismo salvaje».
Así surgió un proyecto que implica a diario a unas diez
personas y que a lo largo de estos quince años ha acogido todo tipo de
actividades y eventos, lo mismo un pequeño congreso de medicina que la
grabación de un videoclip de Sergio Labandón.
Fabrican su propio vino desde hace cuatro años y justo el mismo tiempo,
cuatro veranos, llevan ofreciendo un campamento-ludoteca que recibe a
una media de cuarenta niños durante las vacaciones. Promulgan una
cultura de la sostenibilidad y la reutilización y mantienen un extenso
huerto con todo tipo de hortalizas, burros, cabras, gallinas y hasta pavos reales.
Un día de primavera sonó el teléfono de Eduardo y antes de
darse cuenta estaba almorzando y cerrando el acuerdo para la grabación
con el propio Pedro Almodóvar. La película, que llevará por nombre «Silencio» y se estrenará en invierno, trajo a La Cansina un
aparatoso equipo técnico transportado en siete trailers y un equipo
humano de ochenta personas encabezado por el propio director y las
actrices Adriana Ugarte y Emma Suárez.
Eduardo recuerda los días de rodaje como unas jornadas intensas y
felices, «enseguida se creó buen ambiente», y define al manchego como
«una persona amable y cercana menos cuando trabajaba. Entonces no dejaba
que nadie se le acercara».
En homenaje por tan especial experiencia decidieron
bautizar el ambigú de la finca con el nombre de «Almodo-bar», y mañana
mismo a partir de las 22 horas inauguran una exposición colectiva con
cuarenta y cinco obras de artistas locales. La polifacética Ethel Cebrián «la pintaora», es la encargada del ambigú y toda la programación: «La idea es seguir creciendo y creando, que la gente no se quede embobada con el móvil o comprando sin parar y piense una vida diferente», explica.
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